25 julio 2009

LANDSCAPE

For most people, the world is a mess. Still, for poets and dreamers like me, it is simply beautiful . You takes no more than a few steps before you come across an unimaginable rainbow of sensations and lose yourself in an infinite collection of marvels thrown together in random combinations: an almond tree intertwines its crowded branches with a Masai hut, and thick blocks of baked mud and dung hang from its branches; a bird with butterfly wings floats above the hot air and above the white smoke that spews from a carriage in flames, burning through the street charred by the stifling sun; a sun that shines only in the portion of the city just mentioned because the rest of the city is engulfed in the densest of darknesses, swallowed up in a geological hole that might have been nonexistent for millions of years. The sky above my head is purple, and within it something slippery and fast moves as if swimming among the rarefied gases, playing with clouds of iodine and ammonia. Below, above the stone pavement and metallic remains of some moving sidewalk that I have never known, on foot through a quagmire of decaying organic tissues that had once represented one or more human bodies, I stand, watching and admiring all these extraordinary and changing things, with no regrets or fears. I know everything. I know about the failed experiment and about the ongoing back and forth of time and matter, but at this moment, one both eternal and ephemeral, nothing can take rob me of the absolute certainty of enjoying this atemporal landscape, asymmetric and anachronistic, unique and unrepeatable. And that fills me with joy.

Twenty short trips through time -- Axxón 167, October, 2006 - Traducido por Daniel W. Koon

19 julio 2009

Trampas

Un brote verde y vigoroso contrastando en aquel páramo como un espejismo. Ha crecido entre leños podridos con la escasa agua de lluvia acumulada. Theo se arrodilla y aproxima unos dedos temblorosos, pero los retrae de inmediato. Debería usar guantes. Esos leños descansaron cerca del hangar mucho tiempo, y nunca se sabe. Vuelve la vista hacia la casa y, más allá, al hangar dormido. Su boca ancha y gris es una mordaza, un mal presagio.
Pestañea. No es nada, sólo el calor. Se pone de pie y regresa. A poca distancia de la casa escucha la radio. El pronosticador anuncia inminente tormenta. Theo gruñe. Le incomodan las tormentas. Continúa su camino al hangar e ingresa por una puerta pequeña. El cubículo está en silencio. Sólo parpadean dos luces diminutas, pequeño faros en un mar de soledad. Abre un armario y busca. Un par de guantes de aramida le vendrán bien. Se dispone a salir pero algo le llama la atención, un brillo del otro lado del grueso ventanal. Se aproxima y observa. Es un pequeño charco en el centro de la plataforma.
Su corazón se agita. Se supone que el hangar debe permanecer vacío hasta... Tal vez no sea nada, pero ¿cómo pensar en goteras con un techo con doble aislante, o en condensación con un equipo climatizador en permanente funcionamiento?
Enciende los faroles. Una luz verde asciende desde el charco y se desvanece.
—¡Dios mío, está ocurriendo!
Theo golpea el tablero y estrena la señal de Actividad. Afortunadamente, funciona, pero los de Central tardarán demasiado en llegar, y además está la tormenta acercándose. Intenta calmarse y seguir los pasos básicos: cerrar puertas, sellar ventilas, activar el campo magnético y aguardar. Él añade una plegaria al procedimiento y no puede evitar temblar. Un chispazo le arranca un grito. No lo puede creer. ¡Tantos hangares, tantos cálculos y trazados y justo a él le toca en suerte!
La aparición de la nave es inminente. Lo sabe. Recuerda las cintas de avistamientos en marcha invertida y la explicación del profesor Hoffman: "Viajan en el tiempo, hacia atrás. Por eso parece que desaceleran a cero en un instante, por eso creemos que caen a tierra cuando en realidad toman vuelo. Roswell es el mejor ejemplo. No hubo impacto, sino una aparición, un portal de otra dimensión vomitando la nave en nuestro universo, y ésta ascendió y se perdió en la distancia. Nosotros marcamos la zona con trozos de duraluminio y éstos se adhirieron al suelo como magnetizados... Su hallazgo y la prensa fue, bueno, un descuido..."
A partir de entonces los sitios de potenciales apariciones —las plataformas de despegue— se marcaron por todo el mundo, y se plantaron las trampas...
Theo guarda una pequeña confianza en sus trampas, en el campo magnético y los rayos condensados; pero principalmente en su Colt. Siente el arma y respira agitado. Sus ojos son dos platos y en ellos hay un tercero reflejándose.
Sus ojos no pestañean. Los mantiene abiertos. Abiertos.
No puede dejar de ver.