La discusión sobre la mala reputación que posee hoy en día la Ciencia Ficción (como ya se vislumbraba en los ochenta) surgió en el foro de la Comunidad de CFyF y me pareció interesante dedicarle una entrada en mi blog.
En líneas generales nos encontramos con dos posturas respecto de la Ciencia Ficción, claramente enfrentadas: Están los que la defienden y la cultivan, intentando humanizar los rasgos más ásperos del género, y los que la deploran por completo, evitando incluso pronunciar las dos palabras prohibidas.
¿Por qué esta diferencia tan abismal?
Una respuesta posible es la cuestionable fama que alcanzó la Ciencia Ficción en las décadas del 50 y 60, alentada por la carrera por la conquista del espacio, de manos de hombres que mucho conocía de técnica y poco de literatura. Estoy hablando, ni más ni menos, de la CF dura, la de Asimov y de Clark como máximos exponentes. En esos años había mucho mercado para las aventuras espaciales y eso empujó al género al pozo profundo de la ausencia de calidad literaria. Factor que, a la larga, acabaría imponiéndose sobre la cantidad y volcaría la balanza en contra del género. ¿Hasta qué punto? Hasta el punto de que muy pocos editores se animan a apostar por la Ciencia Ficción, y algunos de los que lo hacen "esconden el rostro" al evitar las palabras prohibidas en la tapa y contratapa de los libros que publican y los dibujos de naves espaciales que tanto gustaban varias décadas atrás.
¿Por qué semejante cobardía?
Por razones de mercado. Tan simple como eso. Hoy en día todos saben que los viajes al espacio son un fiasco. Que no es real, al menos para la gente de nuestro siglo, que se pueda colonizar otros mundos, y mucho menos encontrar vida inteligente con la cual mantener un contacto como el que soñábamos en el siglo XX. De manera que el público tomó la decisión de huirle a los libritos de aventuras en el lejano y frío espacio, con seres tan distintos a nosotros, por las novelitas que tanto nos aburrían en los setenta.
Pero la cosa no se queda allí, no. También parece que todo aquel escritor que se confiese creador de Ciencia Ficción se declara al mismo tiempo contagiado de lepra o de alguna enfermedad terminal similar. Es mal visto en los círculos de escritores "cultos" y menospreciado por los editores de betsellers.
¿Pero, qué piensa la gente al respecto?
Sinceramente, la gente que me rodea no lee. Ya casi nadie lee, vamos. Un libro al año no es leer. Encima un libro que te lo metieron por las narices los publicistas. No, para nada. Pero lo poco que leen varía mucho en contenido y roza, en muchos casos, la ficción especulativa solapada que encubre Ciencia Ficción en el fondo. Los libros ya no dicen "Ciencia Ficción" en sus tapas, pero muchos lo son (tengo en mis manos Buenos Aires 2033, cuyo seleccionador es Gabriel Guralnik, un hombre que está empujando mucho al género en nuestro país, pero que aquí debió dar el brazo a torcer y evitar las palabras fatídicas para solaparlas con: "Cuentos sobre la ciudad del futuro") Otros casos lo nombran como ficción científica, ficción tecnológica, anticipación, etc., pero todas quieren decir lo mismo: esto es Ciencia Ficción, aunque de una forma que no golpee tanto, algo así como es CF pero de la buena, de la humanizada, de la sentimental, o de la que posee una buena historia.
Por otra parte, lo más notable es la aceptación que hay hoy en día por el cuento fantástico, y en menor medida por la novela. Multitud de concursos aparecieron este año al respecto y otros, de temática general, comenzaron a aceptarlos entre sus seleccionados. Ojo que no hablo de espadas y dragones, sino de ficción fantástica en dosis justas y equilibradas.
Para finalizar esta extensa entrada quiero decir que creo que la Ciencia Ficción no morirá, sino que mutará en otras formas de expresión literaria como muta nuestra propia sociedad y realidad diaria.
En líneas generales nos encontramos con dos posturas respecto de la Ciencia Ficción, claramente enfrentadas: Están los que la defienden y la cultivan, intentando humanizar los rasgos más ásperos del género, y los que la deploran por completo, evitando incluso pronunciar las dos palabras prohibidas.
¿Por qué esta diferencia tan abismal?
Una respuesta posible es la cuestionable fama que alcanzó la Ciencia Ficción en las décadas del 50 y 60, alentada por la carrera por la conquista del espacio, de manos de hombres que mucho conocía de técnica y poco de literatura. Estoy hablando, ni más ni menos, de la CF dura, la de Asimov y de Clark como máximos exponentes. En esos años había mucho mercado para las aventuras espaciales y eso empujó al género al pozo profundo de la ausencia de calidad literaria. Factor que, a la larga, acabaría imponiéndose sobre la cantidad y volcaría la balanza en contra del género. ¿Hasta qué punto? Hasta el punto de que muy pocos editores se animan a apostar por la Ciencia Ficción, y algunos de los que lo hacen "esconden el rostro" al evitar las palabras prohibidas en la tapa y contratapa de los libros que publican y los dibujos de naves espaciales que tanto gustaban varias décadas atrás.
¿Por qué semejante cobardía?
Por razones de mercado. Tan simple como eso. Hoy en día todos saben que los viajes al espacio son un fiasco. Que no es real, al menos para la gente de nuestro siglo, que se pueda colonizar otros mundos, y mucho menos encontrar vida inteligente con la cual mantener un contacto como el que soñábamos en el siglo XX. De manera que el público tomó la decisión de huirle a los libritos de aventuras en el lejano y frío espacio, con seres tan distintos a nosotros, por las novelitas que tanto nos aburrían en los setenta.
Pero la cosa no se queda allí, no. También parece que todo aquel escritor que se confiese creador de Ciencia Ficción se declara al mismo tiempo contagiado de lepra o de alguna enfermedad terminal similar. Es mal visto en los círculos de escritores "cultos" y menospreciado por los editores de betsellers.
¿Pero, qué piensa la gente al respecto?
Sinceramente, la gente que me rodea no lee. Ya casi nadie lee, vamos. Un libro al año no es leer. Encima un libro que te lo metieron por las narices los publicistas. No, para nada. Pero lo poco que leen varía mucho en contenido y roza, en muchos casos, la ficción especulativa solapada que encubre Ciencia Ficción en el fondo. Los libros ya no dicen "Ciencia Ficción" en sus tapas, pero muchos lo son (tengo en mis manos Buenos Aires 2033, cuyo seleccionador es Gabriel Guralnik, un hombre que está empujando mucho al género en nuestro país, pero que aquí debió dar el brazo a torcer y evitar las palabras fatídicas para solaparlas con: "Cuentos sobre la ciudad del futuro") Otros casos lo nombran como ficción científica, ficción tecnológica, anticipación, etc., pero todas quieren decir lo mismo: esto es Ciencia Ficción, aunque de una forma que no golpee tanto, algo así como es CF pero de la buena, de la humanizada, de la sentimental, o de la que posee una buena historia.
Por otra parte, lo más notable es la aceptación que hay hoy en día por el cuento fantástico, y en menor medida por la novela. Multitud de concursos aparecieron este año al respecto y otros, de temática general, comenzaron a aceptarlos entre sus seleccionados. Ojo que no hablo de espadas y dragones, sino de ficción fantástica en dosis justas y equilibradas.
Para finalizar esta extensa entrada quiero decir que creo que la Ciencia Ficción no morirá, sino que mutará en otras formas de expresión literaria como muta nuestra propia sociedad y realidad diaria.
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