31 julio 2008

El cuento recomendado III

Esta vez recomiendo un cuento y un blog: Reglas, de Carlos Feinstein en el blog Químicamente Impuro, un sitio que está creciendo cada vez más y que agrupa más de 1300 cuentos de cientos de autores de todo el mundo.

Pasen, lean y disfruten.

04 julio 2008

¡El visiones 2008 tiene un lugar para mí!

Así es, como lo leen, a apenas días de enterarme que seré de la partida del Fabricante de Sueños 2008 con "La muerte interior", tengo el agrado de anunciarles que también tendré un lugar en la antología Visiones 2008 con mi relato "La imposible mujer menguante", de reciente factoría.
El de este año ha sido un trabajo impecable por parte del comité seleccionador, quien nos ha mantenido informados constantemente del resultado de cada etapa de selección y ha cumplido a la perfección con los tiempos prometidos. No puedo menos que agradecerles el esfuerzo realizado.

De los 242 cuentos concursantes estos son los 15 seleccionados:

"Igual que refulgen las almas", de Elena Alonso Frayle

"La imposible mujer menguante", de Claudio Amodeo

"Hadas negras", de Fracisco Jesús Franco Díaz

"Oddvillage", de Ángel Guardiola Gómez

"Patricia y la caja IOOP", de Enric Herce Escarrà

"357", de Jesús Jiménez Cáñada

"Topacio", de Graciela Lorenzo Tillard y Fabio Ferreras

"Hija de la gran musa", de Sergio Macías García

"El rastro perdido", de José María Pérez Hernández

"Sacrum Cosmica", de Daniel Pérez Navarro

"El último pozo", de Laura Quijano Vincenzi

"La Fundación", de Inmaculada Rumbau Talens

"En honor a Saram", de Andrés Torralba Ureña

"Ramas", de José Ramón Vázquez Peñas

"Tafiofobia", de José Ramón Vila Martínez


La portada será obra de Ricardo Adriansen


El cuento en cuestión realmente me satisface en su forma y ejecución y es el producto de un esfuerzo personal por plasmar una idea que me venía rondando la cabeza hace mucho tiempo (todavía no puedo adelantar nada). Creo que resultó bien. Espero que, cuando lo lean, ustedes piensen lo mismo.

20 junio 2008

La fábrica de sueños a todo vapor

Mi relato La Muerte Interior fue seleccionado para integrar la antología de Fabricantes de Sueños 2008, promovida por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT), donde se recopila lo que consideran "lo mejor del año 2007". ¡Tomá distinción!

El relato, ya saben, fue publicado originalmente en Axxón 150 y luego integró el Anuario I Axxón del año pasado, desde donde fue rescatado para la presente antología.

La lista completa de los relatos que la integran es:

- Aduya, de Sergio Parra (publicado dentro de la antología "Mensajes perdidos").

- Blackout, de Jordi Armenol (publicado en la web de Libro Andrómeda).

- Chalala, de David Mateo (publicado en MiasMa).

- El comienzo de la partida, de J. E. Álamo (publicado por Grupo Editorial AJEC).

- El hombre infalible, de Carlos Duarte Cano (publicado en Axxon).

- El mazo, de José Mª Tamparillas (publicado en MiasMa).

- Erundina salvadora, de Mª Concepción Regueiro (publicado por Alfa Eridiani).

- Historia de Alexei, de Juan Antonio Fdez. Madrigal (publicado por Grupo Editorial AJEC).

- La apertura Slagar, de Alfredo Álamo y Santiago Eximeno (publicado por NGC 3660).

- La ciudad de los muertos, de Antonio J. Cebrián (publicado en Sinergia).

- La mancha, de Laura Ponce (publicado en Aurora Bitzine).

- La muerte interior, de Claudio Amodeo (publicado en Axxon).

- Por siempre otro, de Laura Quijano (publicado en NGC 3660).

- Procedimiento de rutina, de Ramón San Miguel Coca (publicado en El Sitio de Ciencia Ficción).

- Servir al hombre, de Domingo Santos (publicado en Bem-Online).

- Vlad, de José Ignacio Becerril (publicado en Ocio Joven).

- Yamata-no-Orochi, de Sergio Mars (publicado en MiasMa).

Agradezco enormemente a los seleccionadores: Carlos Alberto Gómez, Juan José Parera, Juan Manuel Santiago, Magnus Dagon, Miguel Ángel Puente y Pily B, que se leyeron todo cuanto cayó en sus manos y nos brindaron esta valiosa posibilidad.

27 mayo 2008

Reseña: Los Universos Vislumbrados II

El retorno de una gran antología, luego de, exactamente, 30 años.

La vara está alta: en Los Universos Vislumbrados I, editado también por Andrómeda en mayo de 1978, tenemos nombres tan impactantes como Borges, Bioy Casares, Sábato, Gorodischer, Mouján Otaño, Gandolfo, Bajarlía, Boido, Davobe, Vanasco...

¿Qué nos presenta ahora Andrómeda de la mano de su compilador Sergio Gaut vel Hartman?

Ciertamente no son nombres tan rutilantes: Di Lisio, Amatto, Ferreras, Domínguez Nimo, Cebrián, Biondino, Ortuño, Saurio (seudónimo ¿eh?, nunca falta quien le llame la atención este apellido del mesozoico) y Gaut vel Hartman (el más conocido del conjunto y así y todo muy poco reconocido como debiera); decía que no son apellidos de tanto peso como los de la primera entrega, pero la calidad no le va en zaga, ni la variedad de temática. Tengo que confesar que de lo último que he leído que me ha gustado en serio (Arte Menor, de Betina González, que no es de género, pero uno lee de todo, obviamente) esta antología se lleva todas las palmas.

Abre el libro el prólogo de Sergio Gaut vel Hartman haciendo una suerte de paralelismo con la antología iniciática, pero distanciándose de ésta en lo temático, dejando un poco de lado la ciencia ficción para abordar el campo fantástico desde lo cotidiano, lo palpable. Y es de agradecer, no porque no me guste la CF (quienes me siguen saben que no es así), sino porque al bajarlo así a tierra, la posibilidad de empatía con los protagonistas es aún mayor. Y también es de agradecer el nuevo enfoque que se busca a temas bastante tópicos, hurgando y manipulando detalles allí donde nacen los mitos: una meta bien lograda.

El primer relato es el ejemplo perfecto de lo que estoy diciendo: un hombre recibe en forma paulatina y solapada, la visita de fantasmas caseros y poco temibles (todo lo contrario) en su propio departamento como resultado de algo distinto a un trágico crimen, como estamos acostumbrados a leer. Hablo de Departamento con Vistas, de Marcelo Di Lisio, un punto alto en la antología.

Luego, y así de golpe, nos encontramos con una joyita del terror psicológico: Entre las sábanas, de Germán Amatto. Un relato duro, hostil, pero a la vez disfrutable. Golpea con las palabras una y otra vez y machaca con una resolución que se vislumbra y se teme desde el principio, hasta que arriba el final crudo y nos muestra lo que no queríamos ver...

Extenuados por el clímax alcanzado descansamos los ojos sobre la posibilidad de que un fragmento haga el milagro. Estoy hablando de Fragmentos, de Fabio Ferreras, uno de los cuentos más flojos, es verdad, y más cercanos a la CF tecnológica, pero que es tan cortito que complementa muy bien lo leído hasta aquí.

El Mensaje, de Jorge De Abreu y Hernán Domínguez Nimo, escrito "a distancia", es de largo aliento y quizás un poco infantilizado, del tipo de fantasía que se suele catalogar "para jóvenes". No digo que sea malo por ello, sino que no se incorpora con facilidad al esquema mental que ya veníamos armando. Por otro lado tiene algunos detalles poco verosímiles que hacen agua de a ratos y otros técnicos como llamar refrigerador y nevera a una heladera, o cambios dialécticos en el personaje. Sin embargo, el cuento se lee con interés, y se disfruta el descenlace que une todos los cabos sueltos.

El sistema Caronte y el factor indeterminado, de Antonio Cebrián, es CF pura, pero no desentona mucho con la antología y a los aficionados les va a encantar tener una roca donde hacer pie luego de tanta fantasía. En sí el cuento no decepciona, aunque parece más una viñeta que un relato complejo, y acaba tan de pronto que deja ganas de más.

Mitopoiesis, de Claudio Biondino, tiene todo lindo menos el título. Es una de vampiros y de rituales milenarios, pero enfocado desde otro punto de vista menos común, que, si bien tampoco es algo nunca visto (leído), potencia muy bien la historia y busca justificarla (no digo un Soy leyenda, pero...).

Muerte cara a cara, de José Vicente Ortuño, es otro punto flaco, pero estar ambientado en Venecia y haber leído justo antes del Londres de Stoker van tan de la mano... No sé, digo yo, estas ciudades europeas me suenan tan antiguas y lejanas...

Los que se quedamos en Noles, de Saurio, es un inclasificable, y como tal, un punto inclasificablemente alto o bajo en la antología. No importa eso realmente, lo importante es leerlo. Hace bien, en serio. Descontractura, sacude la sesera, espabila, cachetea. No importa haber leído a Le Guin antes, no hace falta.
Triángulos de colores, del escritor y compilador Sergio Gaut vel Hartman es una joyita que se disfruta. Mal ubicada en la antología, es verdad, porque luego de Saurio ¡hay que ponerse serios otra vez! Yo lo hubiera colocado justo detrás de El Sistema Caronte, que es de tiros, pero es evidente que el propio antologador no podía anteceder a los demás escritores y debía esperar su turno. No hay muchos tiros, hay algunos, pero eso no es lo principal. La facilidad para vendernos una situación desesperante dentro de un tren cargado de cuerpos de prisioneros de la Segunda Guerra es elogiable. El des-enlace (ya entenderán) también.
En definitiva, una antología impecable que mucho merece la pena los pesitos gastados, y que, indudablemente, dejará su huella en la historia del género fantástico local.

23 abril 2008

Ahora me toca a mí (I)

De lo que me publicaron en web y antologías tengo algunos relatos que me siguen gustando cada vez que los releo y considero justo rescatarlos del paso del tiempo y del olvido, acaso el peor de los finales para un cuento. Por eso los iré republicando aquí (y siempre añadiré algún que otro inédito, que tengo a montones) periódicamente, dosificándolos en su justa medida.
En primer lugar les dejo uno que debería moverles algo dentro. Si no lo hace, ¡atenti!, hay que hacerse ver por un especialista...

Esa desgraciada se pasea otra vez. Grrrr. No veo el momento oportuno de hacerla mía. Encima con esas falditas cortas que... ¡Ah! No quiero ni pensarlo. Clavar mis caninos en su cuello, en sus pechos... ¡Basta! Hoy pongo fin a mi sufrimiento.
Salgo de mi escondrijo, detrás de los arbustos, y corro por el atajo que tan bien conozco de tantas tardes de asqueroso voyeurismo. Allí, del otro lado del bosque, me asomo cuidadosamente al sendero y la veo en el horizonte, avanzando con delicadeza como si flotara sobre las hojas otoñales. Me excito con mi propio plan pero me refreno pensando en lo por venir. Me acerco a la puerta de la casa alpina y golpeo con mis hermosas y afiladas garras. La vieja se acerca con su paso cansado. ¡ay, pobrecita! Se me cae la baba de solo pensarlo. Ella abre y no alcanza a gritar al verme, y la empujo para adentro y cierro la puerta. Su cuerpo frágil no opone ninguna resistencia y la maniato y amordazo con los propios vestidos que estaba tejiendo. La coloco dentro de un armario y la vieja se desmaya. Mejor, así no hace ruido.
Me apuro, que ya casi no queda tiempo. Escucho pasos afuera. Me arrojo en la cama tibia de la vieja y me cubro totalmente con las cobijas. La puerta rechina al abrirse y el corazón me salta de excitación.
—¡Abu! ¿Estás?
Silencio, no debo ni respirar. Más pasos. Ya viene.
—Te traje unas empanadas... Te las dejo sobre la mesa...
Vio la luz. Sí, la vio. Vendrá. Lo sé.
Los pasos se hacen mas fuertes.
—¿Estás en el dormitorio?
¡Si! Quiero rugir pero me contengo. Imito una tos débil. Por un resquicio entre las cobijas la veo entrar. ¡Es tan linda! Se acerca a la cama y se sienta a un costado, junto a una de mis garras.
—¿Qué pasa, abu, te sentís bien?
Posa una mano tierna sobre la tela que cubre mi frente. Me siento bañado de sudor y la excitación ya se hace evidente. Debo estar ardiendo de temperatura.
—Estás caliente, abu. —No sabés cuánto—. Voy a llamar al médico.
Amenaza con alejarse. Rápido, saco una garra y la sostengo por la muñeca. Ella me ve y abre la boca pero no puede gritar. Está paralizada por el pánico. Lo sé. A veces produzco ese efecto en las mujeres. Me quito de encima todas las cobijas de un salto y me arrojo con brusquedad sobre ella. La faldita se corre sola y descubre unas caderas sabrosas. Urgente, con una garra tapo su boca y con la otra le desgarro la bombacha color rosa. No se puede defender. Estoy ahí, en las fronteras del placer, en el límite animal del deseo, a punto de dar un paso adelante y... Clic. Algo detona en mi cabeza. No puedo moverme. La pequeña está todavía allí, mirándome con horror y sin poder gritar ni apartarse, pero yo no me puedo mover. ¡Maldición! ¿Qué me pasa? ¡Vamos!
La puerta de entrada se desploma con un golpe atronador pero no puedo girar la cabeza para ver. Estoy paralizado. Alguien se acerca con paso pesado.
—¡Maldito robot degenerado! —me grita, y reconozco esa voz—. Esta vez fuiste demasiado lejos.
¡Irás derecho al desguace!
El técnico se pone a mi lado y puedo verlo por el rabillo del ojo, sosteniendo un control remoto negro, el mío. Esta rojo de furia. Extrae unas pinzas de una caja de herramientas, las acerca a mi espalda y comienza a desconectar mi centro nervioso. La chica reacciona y se suelta de mis garras. Salta de la cama llorando a la vez que alguien encuentra a la vieja encerrada en el armario. ¡Maldito técnico!
El deseo se desvanece a medida que me extraen los paneles de razonamiento. ¡Esperen! ¡Me portaré bien! Mi visión se nubla. ¡No sigan! Yo no tengo la culpa. Es esa pequeña desgraciada que me enfermó los circuitos...
¿Alguien apagó la luz?
(Publicado originalmente en Axxón 149, en abril de 2005)

16 febrero 2008

El cuento recomendado II

Este es un cuento que siempre me gustó y que tengo fresco en la memoria a la hora de escribir sobre intrigas y persecuciones. Para no copiarme, claro. Pero, ¿cómo evitarlo? Es tan bueno: Nunca trabajes para un extraño, de Raúl Alzogaray (Argentina).

¿Qué me gustó del cuento?
Tiene un ritmo genial, de similar tenor al Informe sobre ciegos de Sábato.

¿Dónde está el gancho?
En el manejo de la información que se le brinda al lector: en dosis justas, e incluso, insuficientes. Genera ansias de saber qué pasará.

Detalles importantes:
Nótese el uso de oraciones cortas en el momento crucial del relato que le otorgan una vertiginosa velocidad a los acontecimientos.

El clásico recomendado: Doy derecho a réplica con La llamada de Cthulhu, de Lovecraft.

¿Qué me gustó del cuento?
La atmósfera siniestra y la fluidez del relato.

¿Dónde está el gancho?
Tras una larga introducción -que puede inducir al rechazo- nos encontramos con el culto a Cthulhu y desde allí el relato navega a la perfección.

Detalles importantes:
Lovecraft gustaba detallar a sus creaturas para dotarlas de consistencia. Al hacerlo no dejaba nada librado a la imaginación del lector -que es algo supuestamente criticable-, pero más de uno convendrá conmigo en que a veces es un verdadero acierto hacerlo.

13 febrero 2008

El cuento recomendado I

Periódicamente iré recomendando y analizando cuentos que me hayan gustado -y estén disponibles en la red- con la ambiciosa idea de mostrar un panorama de la literatura fantástica en castellano que se escribe hoy en día.

Recomendaré sólo uno de cada autor para tener así un abanico más amplio.

Para comenzar te propongo deleitarte con: Los Desprendidos, de Félix J. Palma (España)

¿Qué me gustó del cuento?
Ya lo vas a ver...

¿Dónde está el gancho?
En todas partes. Desde que empieza hasta que acaba.

Detalles importantes:
La idea puede haber desfilado por la mente de muchos, pero dificilmente se pueda expresar mejor.


El clásico recomendado: There are more things, escrito por Borges y publicado en El libro de Arena en el año 1975.

¿Qué me gustó del cuento?
Lo atractivo que resulta leerlo y la sutileza del final.

¿Dónde está el gancho?
En las misteriosas refacciones que deben hacerle a la casa del tío del protagonista. Nótese que con pocas frases se logra dar a entender que lo que se quiere hacer es una aberración.

Detalles importantes:
Borges lo dedica a la memoria de H.P. Lovecraft, a quien, sin embargo, no consideraba un erudito en la materia, sino, como lo dice en el prólogo de El libro de Arena, como un "parodista involuntario de Poe".
Se dice que escribió este relato a modo de reto personal o quizás sobrando la técnica de este ilustre escritor del terror materialista de principios del siglo XX.