16 diciembre 2013

Finalista del Domingo Santos 2013

Lo dicho, nuevamente he resultado finalista del Premio Domingo Santos de este año con mi relato de ciencia ficción Todos aman a Gupta (también finalista del Avalón 2012, aunque reelaborado y extendido, y con final diferente). Sergio Mars me ha representado generosamente en la cena de gala de la Hispacón y me ha pasado datos relevantes del certamen, como que han concursado nada menos que ¡460 relatos! de todo el mundo, y que el jurado ha sido compuesto por: Pily B, D. Francisco José Súñer, D. Sergi Albir, D. Víctor Ánchel, D. Joaquín Revuelta, D. Ramón Castillo y D. Juanma Santiago.
Una gran alegría para cerrar un 2013 muy positivo.

04 diciembre 2013

Buenos Aires Próxima



Ustedes saben que cuando me encuentro con un proyecto en favor de la literatura fantástica siempre procuro darle difusión. En este caso se trata además de literatura nacional, de acá nomás, de mi propia ciudad... y que habla sobre ella.


Buenos Aires Próxima es una antología ambiciosa, que busca, como sus creadores dicen, "ir por más", luego del gran éxito que han significado los 5 años de existencia de la revista Próxima. Apuesta a la voz de la nueva generación de escritores del fantástico local y parece ser el puntapié inicial de algo mayor. La idea no podría ser mejor: narrar 12 historias sobre una Buenos Aires extraña, fuera de lo habitual, pero a la vez, reconocible. ¿Lo habrán conseguido? Ellos dicen que sí, y yo que conozco algunas de las plumas intervinientes, pienso igual. Sólo resta averiguarlo.

Esta antología, además, es un desafío arduo en nuestra actualidad económica (me animaría a decir que desde siempre ha sido así) ya que editar una antología de este calibre requiere de un dinero que no está al alcance de la editorial. Por tal, existe una iniciativa a cargo de Panal de Ideas, que se conoce como crowdfunding o financiación colectiva, en la que uno puede contribuir comprando previamente un ejemplar a un precio de $60 (algo muy razonable), o simplemente donando unos pesos a la causa. 

La idea es similar a la que se llevó a cabo hace algunos años para editar la antología de Axxón. Si se asegura la compra de una determinada cantidad de ejemplares (hay que recaudar $3500 antes del 1 de febrero de 2014) el proyecto se hará realidad (ya está avanzando y estoy seguro que lo conseguirán). 


Además les pido que le dediquen unos minutos al video de presentación que, la verdad, me pareció muy bien realizado.

21 noviembre 2013

Alfa Eridiani, Especial 11 Aniversario

La revista Alfa Eridiani acaba de publicar su Especial 11 Aniversario donde aparecen los cuentos seleccionados del I Concurso Anual de Ciencia Ficción, basado en temática medioambiental.

Entre ellos se puede leer el mío, El Segundo Impacto, que escribí este año y ajusté especialmente para el concurso. En él se plantean las dificultades que deben atravesar los sobrevivientes de un apocalipsis natural (producido por la caída de un asteroide) de una manera, quizás, demasiado realista.

Pueden leer el Especial de la Revista en forma gratuita y en diferentes formatos. Aquí les dejo el enlace:

Alfa Eridiani, Especial 11 Aniversario

Espero que les guste... y si no, bueno, ya saben...

01 agosto 2013

Resultados del I Concurso Anual de Relatos de Ciencia-Ficción Alfa Eridiani

Me colma de alegría transcribir el anuncio de la revista:

Concluido el plazo de valoración de los relatos del I Concurso Anual de Relatos de Ciencia-Ficción nos es grato comunicar los ganadores de dicho Concurso y son:

Israel Vallejo Ródenas con su relato Terrible Amanecer.
Claudio Alejandro Amodeo con su relato El segundo Impacto.
Jerson Stiven Lizarazo  con su relato Selección Natural.

Queremos agradecer a los participantes su interés por participar en el Concurso.

Reseñar por último que se han recibido participaciones de España, Latinoamérica y Australia.


Saludos, El Equipo Editorial

Así es, como leen, mi relato El Segundo Impacto ha sido premiado en el I Concurso de CF de la revista Alfa Eridiani. Una noticia que me alegra enormemente y me revitaliza en estos tiempos de sequía editorial. En pocos días los relatos ganadores serán publicados en la revista y podrán leerlos. Ya avisaré en este blog cuando eso suceda.

Stay tuned!


La noticia puede ser leída desde la propia revista haciendo clic aquí.

08 mayo 2013

El Cuento Comentado - Extracto

Complementado un poco lo que vengo diciendo en las entradas anteriores acerca del placer de escribir, quisiera compartir un extracto de un relato que estoy escribiendo en estos momentos. Tiene la particularidad de contener, como comentarios, todo lo que se me ha pasado por la cabeza durante el momento de su creación. El relato completo constará de varias partes (apenas he acabado la primera y llevo escritas unas líneas de la segunda). Espero que resulte tan interesante para mí escribirlo como para los lectores leerlo.



El cuento comentado:


Voy a escribir un cuento a partir de la temible “hoja en blanco”. Se supone que requiere mayor esfuerzo mental que hacerlo con una idea clara en la cabeza, pero es una oportunidad perfecta para experimentar un poco.
Primero definiremos una situación inicial. Intentaré no caer en un tópico: Tres personas, amigos, reunidos, conectados a… un servidor neuronal. ¡Vaya, aquí viene una idea que hace tiempo que no exploro!

—¿Lo tienes?
—Está aquí. No se escapará.
—Adelántate un poco y te seguiré.
Juan Diego pestañea repetidamente. Está acelerando los  procesos internos.

A estas alturas considero que es necesario guardar el archivo, para no perder lo avanzado, y así lo hago. Le coloco el título que tendrá la entrada del blog.

Gonzalo abre grande los ojos y suspira. Mira algún punto en la pared blanca de la habitación, pero en realidad está observando el arribo de un inmenso Zeppelin Acorazado a la zona de descenso. Sus dos amigos lo secundan unos metros por detrás, con las ametralladoras listas.
—¡Es más grande de lo que había imaginado!
—¡Esto no será fácil! —acota Julián.
—Ya lo creo —dice Gonzalo y toma posición detrás de un contenedor.

Creo que ya tengo una idea de lo que pasará a continuación. Pero estoy pensando que estos párrafos son apenas una escaramuza de lo que vendrá.

Las aspas del Zepellin hacen vibrar el aire. El zumbido se torna agresivo. La tensión crece.

Salvo el avance y respiro un poco. Es hora de releer las líneas escritas y apuntar los cañones. Ya vislumbro una idea que utilicé alguna vez en un cuento, pero que fracasó. Esta vez será mejor.

El aparato parece detenerse en el aire, como si intuyera, de alguna manera, la presencia de los tres amigos.
Juan Diego gruñe y Gonzalo asiente en voz baja. Ya saben que no habrá sorpresa; será todo fuerza bruta. La nave se queja, con un sonido de hierros que se retuercen, y entonces dos amplios portales se abren en la falsa panza del dirigible y emergen decenas de furiosos soldados alemanes. Juan Diego da la señal y se desata la balacera desde ambos lados. Los tres amigos tienen ventaja sobre el enemigo, por la protección de los inmensos contenedores, pero el panorama general asegura que la batalla será extensa, y sangrienta. Exactamente lo que ellos han estado buscando.

El juego de guerra virtual está planteado. No hace falta agregar nada a la batalla. Ahora tengo que hacer hincapié en la conectividad y la tecnología usada.

Juan Diego murmura algo y continúa pestañeando aceleradamente. Su corazón late deprisa, y los brazos y piernas se sacuden en espasmos involuntarios. Gonzalo y Julián, sentados frente a él y formando un triángulo alrededor de una pequeña mesa y de la consola de conexión, se sacuden de forma similar. Están batallando contra un duro ejército y el escenario está presente únicamente en sus cerebros. La consola PSI los conecta a alguno de los miles de servidores que conforman el Entorno Virtual Mundial, ubicados alrededor de todo el mundo. Ahora están enlazados con Percival VII, un ordenador neuronal de mil quinientos teras de capacidad, alojado…

Googleo… Encuentro lo que necesito. Nada exige que el relato sea científicamente correcto, pero es mejor darle algo de sustento.

… debajo del parietal izquierdo de un tal Viswana, un muchacho indio de quince años que tiene siete hermanos menores a quienes alimentar y que, realmente, no lo está consiguiendo del todo.
La consola lee las débiles señales cerebrales de los tres amigos, a través de una almohadilla transceptora, y envía los datos bajo un protocolo de seguridad SSL, pero prácticamente, sin ningún tipo de procesamiento. El verdadero milagro informático, el trabajo duro, tiene lugar en la cabeza de Viswana, mientras descansa, come o asiste a la escuela. Es por eso que siempre tiene cara de dormido y responde con lentitud, porque comparte su capacidad de procesamiento con cientos de miles de personas, y eso lo agota, literalmente.

Esto me gusta. En pocas líneas introduzco una situación siocioeconómica mundial y explico lo que quiero decir con Ordenador Neuronal. Estoy empezando a vislumbrar una idea concisa del rumbo que debe toma el relato.

[...]

Han pasado un par de días y creo necesario releer y modificar lo escrito. Y veo que era necesario. Detecto una inconsistencia en las líneas referentes al ordenador neuronal y las mejoro. Ahora se entiende un poco más acerca de qué tipos de conectores utilizan el usuario y el servidor.
Ya puedo continuar, pero claro, lo que antes era escribir a partir de la hoja en blanco ahora ya no es tan cierto. En el tiempo transcurrido, varias ideas han acudido para completar el rompecabezas mental. Ahora hay un norte más claro, aunque más alejado. Parece que el cuento se extenderá un poco…
Los alemanes yacen en la zona de descenso, desparramados sobre charcos de sangre oscura. Algunos sobreviven a duras penas, mutilados, heridos de muerte, y gritan o gimotean, implorando que los rematen. El realismo es increíble. Juan Diego siente un nudo en el estómago y observa a sus amigos. La palidez de sus rostros lo dice todo.
—¡Impresionante! —exclama al fin, intentando renovar las energías de sus amigos—. ¡Este juego es lo mejor!
Gonzalo asiente, pero no puede hablar. Aún está sobrecogido por la crueldad del escenario bélico. Además ha perdido dos vidas en el enfrentamiento y eso, de alguna manera, le duele. Se mantiene en silencio y sólo atina a dar unos pasos adelante. Avanza hacia la abertura del Zepellin, que espera como un gigante dormido. Sus amigos lo imitan, esquivando los cuerpos destrozados y evitando mirarlos, y los tres se detienen frente a la boca oscura y desdentada del coloso de metal.

Se aproxima un momento relevante. Hay que crear clima.

Los aliados ingresan a la estructura ronroneante y se ven envueltos en una penumbra espesa. Allí huele a gasolina y a pólvora, principalmente, pero también a humedad…, y a madera. Juan Diego se aproxima a un rincón donde se adivinan grandes bultos ocultos y quita de un tirón la lona que los cubre.  Las cajas oscuras y pulidas les llaman poderosamente la atención. Los escudos del Reich resaltan a la vista. Gonzalo saca su navaja y fuerza la traba de una de ellas. La abre, y sus ojos se agigantan.
—¡Increíble! —exclama—. ¡Es un tesoro del Reich!
Julián ríe alegremente, como si las monedas de oro y los colgantes que allí ve fueran reales, y se lanza sobre otra caja.
—¡Abrámoslas a todas! —grita—. ¡Con esta fortuna podremos comprar todos los extras del juego!
Juan Diego está de acuerdo y abre una caja a su vez. Toma las monedas de oro con sus manos y deja que se escurran entre sus dedos. No puede dejar de admirar el realismo de todo eso. Luego rebusca un poco en el fondo de la caja y roza algo que parece ser una corona. Sus dedos repasan las cinco puntas de una cruz. Tironea para sacarla, pero ésta se resiste. Emplea mayor fuerza y entonces siente un jalón hacia adentro que le arranca una exclamación de sorpresa. Sus amigos se vuelven hacia él.
—¿Qué tienes? —le pregunta Gonzalo.
Juan Diego intenta responder, pero un nuevo tirón lo arrastra a toda velocidad hacia el interior de la caja. Su brazo se hunde entre las monedas de oro y luego lo siguen su cabeza y su torso.  Julián salta para sostener sus piernas y se queda con las manos vacías y la mirada perdida en un montón de monedas de oro.
Pasan los segundos y el cuerpo de Juan Diego no reaparece. El sensor indica que no ha perdido la vida. Los amigos se miran, perplejos, y se aproximan a la caja. Allí escuchan, o creen escuchar, un débil gemido, un pedido de auxilio.
—¿Qué diablos…?
—¡Desconexión!
El grito desesperado es de Gonzalo. Tiene la boca y los ojos bien abiertos y la piel erizada por el miedo. Se inclina hacia delante y tose. Siente que el mundo se rearma a su alrededor y redescubre a sus amigos escupiendo y maldiciendo sobre la alfombra de la sala.
—¿Qué ha sido eso? —pregunta Julián. Gonzalo busca los ojos de Juan Diego.
Él mira a ambos y tarda en responder. Le falta el aire. La sensación de asfixia aún perdura.
—No lo sé… —dice al fin—. Me jalaron… No pude evitarlo…
—Debe ser un error del programa —acota Gonzalo—. Los bugs pueden ser realmente desconcertantes.
—Sí, no sé —acepta Juan Diego—. No lo sentí como un bug, pero… no sé. No sé qué sentí.
Los amigos se estudian durante un momento y vuelven su vista a la consola. La luz verde destella en forma normal.
—Quizás sea mejor que lo dejemos por hoy, chicos —dice Julián y se frota las manos en los pantalones. Gonzalo afirma con la cabeza.
—Ya es tarde para mí —dice—. Continuemos otro día.
Nadie agrega otra palabra al asunto y los tres amigos se alejan de la sala como huyendo de un mal sueño. Tiemblan por dentro, pero no quieren —no pueden— admitir que aquel juego les ha infundido un miedo inexplicable en el cuerpo, un temor primario.

Hasta aquí ha salido todo de un tirón. Puede ser mejorable, y seguramente lo modificaré, pero la idea se entiende perfectamente. Esta primera parte sienta las bases del relato.

Fin del extracto...

26 abril 2013

El placer de escribir

A raíz de la lectura de dos de las antologías más destacadas de los últimos años, en cuanto a literatura fantástica se refiere (Terra Nova, de Echeverría, Liu, Mota, Chiang, Watson, Conde, etc y El Círculo de Jericó, de César Mallorquí) siento la necesidad de reflexionar acerca del placer que brinda la literatura como arte, pero no sólo del placer de leer, como estamos habituados a escuchar, sino también del placer de escribir, de esa maravillosa sensación que embarga al escritor antes, durante y después de haber creado exactamente ese desvelo que rondaba su cabeza y parecía -y era- una idea genial.



Concretamente, me refiero a lo que se siente luego de haber acabado obras maestras, como El Rebaño (Mallorquí), piezas delicadas, como El Zoo de Papel (Liu), narraciones maravillosas y ricas en ideas, como Memoria (Echeverría), engranajes armoniosamente colocados, como La pared de Hielo y Materia Oscura (nuevamente Mallorquí). Es innegable que el escritor goza mientras escribe, se nota en la traza segura y en la letra prolija, y es también innegable que sufre. Pero es un sufrimiento distinto, un sufrimiento deseado. Suda y se afana por continuar. Roba horas al sueño, a los compromisos, a los seres queridos. No puede, ni debe, abandonar la tarea porque la criatura le reclama atención, le exige que le dé forma y la defina antes que la chispa de la creación cese y se nuble nuevamente el horizonte; antes que la idea genial pierda su genialidad, su encanto y sus detalles, y afloren las aristas y las asperezas. Toda historia es concebida siempre con una mirada optimista, pero la mayoría palidece cuando se plasma en el papel. Éstas a la que hago referencia no, y eso resulta maravilloso; éstas continúan resplandeciendo por sí mismas mientras son creadas, y por lo tanto, brindan placer.



Un par de humildes ejemplos míos pueden ser La Imposible Mujer Menguante y Todos Aman a Gupta (ojalá algún día puedan leerlos), estos relatos nacieron como ideas que me avasallaban y que me obligaban a escribir sin detenerme; parecía que nunca se dejarían ver por completo y era necesario que las fuera descubriendo de a tramos. Y mientras lo hacía, sabía que eran buenas historias, sabía que cuando les acabara dando forma tendrían la fuerza propia suficiente para abrirse camino en el mundo editorial y llegar lejos (Visiones 2008 y finalista del Avalón 2012). Allí estaban naciendo dos de mis más queridos cuentos y lo hacían a paso veloz, sin detenerse.

El proceso de creación es maravilloso en sí mismo. Parte de la semejanza con el Creador que se nos atribuye a los hombres debe referirse al placer que se siente mientras uno tiene las manos manchadas de arcilla y va dándole forma a su propia vasija. Sabemos lo que queremos hacer y sabemos que cuanto antes esté realizado, mejor, pero ¡cuán hermoso es crearlo!, ¡cuán hermoso es darle vida!, y a la vez, por qué no, qué gratificante resulta por unos minutos sentirse Dios...

Mi otra faceta, la laboral, también está enfocada a la creación. Soy Analista Programador y todo el tiempo estoy utilizando mis herramientas y mis recursos (ciertamente mucho más finitos que los literarios) para moldear nuevos y eficaces programas de computadora. Es una actividad gratificante, en su medida, pero también costosa. Y el costo es el sufrimiento, los dolores de parto, los esfuerzos. Así como en la literatura, crear un programa duele. Porque se busca el horizonte y se camina, pero también se tropieza. Hay escollos enormes en la programación, a veces representados por personas de carne y hueso que interfieren en el camino con su burocracia y su falta de colaboración, pero normalmente los escollos se superan y la energía se canaliza para alcanzar el objetivo. Y así también, como con las obras literarias comentadas, la creación, la nueva pieza de este inacabable mundo informático, toma su forma definitiva y vive. Es entonces cuando la energía contenida se libera y se produce esa descarga placentera, ese orgasmo intelectual que le permite a uno bajar a la tierra y buscar un nuevo horizonte.

Regresando a la literatura, cada relato tiene su forma. Su extensión, ideas y personajes. Cada cuento vive su vida y es un individuo, pero también forma parte de un todo mayor, de una obra de vida superior. Dicen que cada creador se ve reflejado en su obra, y eso debe ser cierto, ya que la que trasciende es la obra y no el autor. El escritor busca insertar -insertarse- en el cuento detalles propios, íntimos, ideas, personalidades, busca trasladarse a sí mismo dentro de la historia, casi como un juego, colocando piezas aquí y allá para que el lector inteligente las descubra, y lo hace porque quiere, de alguna manera, alcanzar este grado de inmortalidad que la literatura brinda (y si no es inmortalidad, al menos si una importante longevidad). Busca, en definitiva, trascendencia, porque comprende -tarde o temprano todos lo hacen, sean o no escritores- que la vida es acotada, que las fuerzas tienen un límite. Es necesario dejar algo, y si es bueno, mejor.
¡Ved allí, entre las líneas de aquel libro va un escritor, huyendo con disimulo de la muerte y de la intrascendencia! Busca la vida eterna, ¡oh, pobre crédulo!, sin saber que sus propias palabras son las que acabarán con su ego.

En un relato inédito, que llamé La Imaginación de Víctor Makinen, he colocado con meticulosidad (sobre todo al final), datos y referencias que nacen de mi entorno y que, de alguna manera, buscan ser descubiertos por el lector despierto. Esta incursión en el texto es completamente consciente y tiene como finalidad, como ya dije, dejar algo de mí, algo que perdure más allá de las líneas que componen la trama. En Los Amigos del Misterio, la autobiografía es un tanto más evidente. Muchas de las situaciones, personajes y lugares mencionados en esta novela juvenil, responden a memorias de mi infancia, a tardes con mis amigos, juegos o incidentes que me obligaron a crecer y a madurar.
En otros relatos, mi presencia en ellos pasa bastante inadvertida, pero ciertamente existe. En La Muerte Interior hago confesar a un soldado mis ideas sobre el valor de la vida y del sacrificio, y sobre los posibles fundamentos del amor; en Partículas, ciertamente, hay un yo sufrido muy realista, una posibilidad mía, una de las caras del dolor; el personaje de La Era del Cambio es casi todo yo, con las exageraciones propias del género. El Destino y la Piel y Las Invasiones Concéntricas hablan de mi opinión sobre la reencarnación y  la realidad que nos toca vivir. En definitiva, puesto a reflexionar, veo que en todos mis relatos hay un reflejo de mi personalidad, mis ideas y mis anhelos y temores.

El placer de escribir, volviendo al título de esta entrada, debería justificar la propia literatura y la existencia del escritor. Escribir porque sí, por amor al arte, por placer, porque es necesario dejar escrito lo que se piensa, porque nos justifica, porque nos realiza. Colmar cajones con cuentos, anaqueles con manuscritos, con borradores. Relatos inconclusos, esbozos de ideas. Todo es necesario, todo es parte de la literatura, y de la propia vida del escritor también.
No es más importante publicar que escribir, ni ser leído más que poder serlo. El triunfo editorial no debería ser el objetivo ulterior del acto de la creación. La obra nace porque así lo exige. Brota, como la vida. El tiempo dirá si su destino es de grandeza o de humilde intrascendencia.






02 enero 2013

Balanceémonos

Terminado el 2012, un nuevo balance es necesario para comparar los ciclos literarios que nos afectan. Además, es un buen ejercicio para reconocer aciertos y fallos y fijar las miras en nuevos objetivos.

Personalmente, el 2012 me ha tratado como a la mayoría: no muy bien. He publicado poco, casi nada, sólo un relato en ScifiWorld, en formato web, y un microrrelato que participaba en un concurso.
Por el lado de los logros es destacable haber llegado a finalista del Avalón, otro de los peso pesado del circuito, y con un relato que me agrada y al que, cada tanto, corrijo y lo dejo a mano para una nueva oportunidad.
He escrito 8 cuentos y una novela corta y he participado en una docena de concursos de variada relevancia, entre los que se destacan el Alberto Magno y el mencionado Avalón (como ya he comentado en mi blog de opinión  he dejado pasar el Domingo Santos esta vez).

Fue un año flojo, de clima enrarecido a causa de la crisis económica mundial, que ha mitigado mis energìas como escritor ante la caida en la oferta de publicación, porque, convengamos, uno escribe para publicar, no para guardar en un cajón, y uno se motiva cuando hay un ambiente favorable para ello.
Este año que pasó noté un retroceso al nacionalismo en varios de los concursos que pagan "en metálico": el UPC de esta convocatoria (tal vez la última, esperemos que no) ha tenido ganadores y finalistas íntegramente españoles por primera vez en muchos años (no recuerdo si en las primeras ediciones había ocurrido algo parecido). Similar situación se dio con el Alberto Magno, teniendo en cuenta que el primer premio (de 3500 euros) ha sido declarado desierto.
Han aparecido varios concursos con bases localistas, en las que se aclara que sólo pueden participar autores de tal o cual país/ciudad y han caído mucho las dotaciones económicas de los premios.
Todo entendible, pero lamentable. Esperemos que en este 2013 las cosas cambien y regresen los buenos aires a la literatura de este género que tanto amamos.


En líneas generales, lo más destacable del año pasado fue, sin dudas, la publicación de la antología Terra Nova, que busca escalar alto y tiene con qué conseguirlo. También cabe mencionar las publicaciones de la revista local Próxima que ya va por el número 16, y la española Calabazas en el Trastero (de carácter fosco) que va por el 12, que se mantienen firmes en sus lugares, publicando material de calidad y gran diversidad de autores.
Por el lado de las publicaciones online, Axxón siempre está presente, Ociozero, Revista NM y los blogs de Gaut vel Hartman son las que más he visitado, aunque tengo tendencia a leer offline.

En fin, el 2012 fue un año difícil pero soportable, árido pero no desértico, nuboso pero con filtraciones de luz solar.