12 noviembre 2014

La muerte del intelecto


Cuanto más escribo fantasía, más miedo me da la realidad. Miedo a la sociedad, miedo al futuro, pero más aún, miedo a la finitud de la vida como individuo (que como especie es mucho más duradera), en definitiva, y como dice el título, a la muerte del intelecto.
Esa incapacidad de explicar qué es la nada y cómo se sentiría ser nada (que, evidentemente, no debe sentirse) y no volver a ser algo jamás, en verdad, me deja demudado, acobardado, asombrado también y en definitiva, preocupado. ¿Qué pasa luego de muertos? ¿Cómo saberlo? ¿Habrá otra vida sin cuerpo, habrá una reencarnación, se apagará la luz definitivamente? Tal vez. Lo cierto es que, sea lo que sea, ya no será lo que es. Sin la capacidad de almacenar recuerdos y recuperarlos cuando sea necesario, el intelecto desaparece. Este yo que he ido moldeando a lo largo de mi vida depende, en gran medida, de los recuerdos que habitan en mi mente. Sin ellos, pues, me es imposible ser el mismo. Partiendo de esta premisa, ¿qué posibilidades hay de que en la supuesta vida después de la muerte conserve estos recuerdos? Cada vez que me lo planteo, más me doy cuenta de lo parecido que suena esto a la fantasía que yo mismo escribo. Y yo la escribo, pero no me la creo, que conste.

De todas maneras, el problema no es de creencias. Si fuéramos seres creados para no usar la razón, no la usaríamos. Si razonamos, entonces, ¿qué sentido tiene plantearse una creencia allí donde la razón (o la capacidad de razonar) acaba? Es un bálsamo, o una zanahoria para seguir adelante. Puede ser, puede que no, pero eso, realmente, no importa. Como decía, no es un problema de creencias. Si aplicáramos la fe a este desvarío, habríamos acabado antes de empezar. Tengo fe en que luego de muerto seguiré viviendo de alguna manera, que no sé cómo explicar. Punto.

Pero regresando al problema planteado, la razón me indica que con un 99% de posibilidades, cuando la vida se acabe, se apagará la luz en forma definitiva. Fin. Así de simple, la nada. La misma nada en la que estuve envuelto durante los miles de millones de años transcurridos en el universo y de los que no tengo el menor recuerdo, ni la menor sensación. ¿Habrá habido un big bang? ¿Los dinosaurios realmente caminaron sobre la superficie de nuestro planeta? ¿El hombre desciende del mono? Y viniendo mucho más acá, ¿San Martín liberó a media América? ¿Mis abuelos vinieron de Italia? ¿Mis padres se casaron y tuvieron a mis dos hermanos antes de que yo naciera? Puf, muchísimas preguntas más que sólo tienen validez en el presente porque vivo para planteármelas, pero que carecen de sentido si me pongo a pensar que yo NO ERA cuando todo eso ocurrió. O peor aún, era nada.

El intelecto, entonces, es este yo que se plantea cómo se las arreglará para sobrevivir sin el cuerpo, y se lo plantea porque, evidentemente, hay una edad en la que los hombres comenzamos a plantearnos estas cosas. Concretamente, en mi caso, parte desde el momento en que visité al odontólogo y éste me hizo dos pernos y coronas. ¡Ja, dicho así suena gracioso! Pero el caso es que la pérdida de los dientes (muelas) es uno de los tantos signos de deterioro del cuerpo. ¿A cuántos animales se les caen los dientes? A muchos, seguramente, pero ¿cómo se las ingenia un animal sin dientes para sobrevivir en la naturaleza? ¡Vaya! ¡Gracias a Dios por la razón! Los humanos podemos reemplazar nuestros dientes deteriorados y sobrevivir muchísimos años más. También podemos reemplazar algún que otro órgano, desobstruir alguna arteria y curar enfermedades peligrosas. Pero si no pudiéramos... La naturaleza nos da un aviso importante: te estás desgastando. Pasarán algunos años más y nos empezará a decir: ¡ya no te quiero aquí, porfiado! 



El planteamiento, por lo tanto, se vuelve válido en la medida en que se toma conciencia de la finitud de la vida. ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Será 42 la respuesta? ¿Será algo tan abstracto que no podamos comprenderlo? ¿Será simplemente el hecho de asegurar la supervivencia de la especie (podemos reproducirnos a partir de los 12 o 13 años, eso dice algo)? Tal vez toda la vida no sea más que un único ser macrobiótico con múltiples facetas y que la pérdida de algunos elementos no perjudique en nada al todo. Una suerte de mente colectiva que se diversifica con el fin de asegurarse mayores posibilidades de continuar existiendo. Como sea, el intelecto, el ego, la conciencia del individuo, desaparecerán y ya no volverán a ser. Al menos no de la misma manera. La muerte del intelecto parece definitiva y sin posibilidades de ser evitada.

Pero, ¿qué pasaría si, finalmente, se consigue digitalizar el funcionamiento del cerebro y "mudar" la conciencia del individuo a un medio un poco más... longevo? ¿Se podría seguir viviendo en otro soporte físico? Tomemos sólo al cerebro y metámoslo en una esfera de cristal en la que pueda sobrevivir. ¿El intelecto se habrá salvado? Puede que sí, pero las limitaciones "técnicas" acabarían por cambiar la personalidad del individuo hasta hacerla irreconocible. Seamos un poco más benévolos e imaginemos que mudamos una cabeza a un cuerpo robótico. Con el nuevo cuerpo (más frágil que el humano pero de mayor posibilidad de mantenimiento) la vida de la cabeza dependerá de las posibilidades de oxigenarla y nutrirla (desconozco cuánto puede sobrevivir una cabeza o un cerebro antes de empezar a echarse a perder). Vayamos más lejos aún, y digitalicemos el cerebro de tal manera que la conciencia se mude al nuevo medio físico. No hablo de una copia o de un clon, hablo de mudar la conciencia. De alguna manera, no resuelta, por supuesto, mudaremos en forma paulatina las capacidades del cerebro a una máquina, hasta que sea habitual usar chips para resolver procesamientos mentales. Esta habituación hará las veces de conciencia, de manera que cuando ya no quede nada orgánico por utilizar, el intelecto no note la falta del cuerpo y se encuentre a gusto (habituado) en el nuevo medio físico. Una mudanza con tacto, claro.

Tal vez esta propuesta sea la respuesta más cercana a la vida eterna, el desvelo más antiguo de la humanidad, esa vida eterna perseguida por muchos y nunca alcanzada (supongo). Tal vez, como en el cuento de Ken Liu, Quedarse Atrás, sea éste el fin de la muerte del intelecto, que es, en definitiva, la única muerte.

30 septiembre 2014

¡Los Calabacines están listos!

La editorial Saco de Huesos acaba de publicar la antología de microficciones de terror Calabacines en el Ático: Grand Guignol, en la que participo con el relato Dulce Abigail.

Se puede descargar en forma gratuita desde aquí.

Espero que pasen un buen mal rato leyéndola.

01 septiembre 2014

Especial Doce Aniversario de Alfa Eridiani

Ya se encuentra publicado, para su descarga gratuita, el especial Duodécimo Aniversario de la revista Alfa Eridiani. Tengo el agrado de participar con el relato La Vida Interior que, como ya adelanté, es una secuela de La Muerte Interior.

Se puede descargar en la propia revista o en la plataforma Lektu, sin costo alguno.

El índice de los cuentos integrantes de la antología es éste:

BIOLÓGICO, por Cano Farragute
DESDE EL PLANETA SIN SOMBRA, por Peter Domínguez
DOS RESPUESTAS, por Carlos Enrique Saldivar
EL ACCIDENTE, por Pedro Pablo Enguita Sarvisé
EL ÚLTIMO VIAJE, por Silvia Pato
ESPADA DE LUZ DE SILICIO, por Lola Robles
FIN Y PRINCIPIO,por Laura Ponce
FOXIE HALLYFAX, AGENTE DE RECU- PERACIÓN, por Joserra Vila
LA VIDA INTERIOR, por Claudio Alejandro Amodeo
LOS ÚLTIMOS ARTESANOS, por Víctor Manuel Valenzuela Real
MATAR EL TIEMPO, por Sergio Bayona
MULTIVERSO, por Daniel Frini
NÁUFRAGOS DE LA TIERRA, por Hugo A. Ramos Gambier
NO ES JUSTO, por Luís Arturo Chí Jiménez
PURGATORIO-42, por Teresa P. Mira de Echeverría
SIEMPRE TE PUEDES MARCHAR, por Raúl Alejandro López Nevado
SIN MÍ, por Juan Herrera Oteiral
TEORÍA Y KAOS, por Javier Fernández Bilbao
ÚLTIMA OPORTUNIDAD, por Enza Scalici
UN DESCUBRIMIENTO INSÓLITO, por Adriana Alarco de Zadra
VÍCTIMAS, por Andrés Urrutia

Espero que pasen un momento agradable leyéndola.

19 julio 2014

La vida interior

Llega, luego de muchos años, la secuela del relato La muerte interior, y será en el e-book conmemorativo que Alfa Eridiani editará en el mes de setiembre. El relato en cuestión no podría llamarse de otra manera: La vida interior, y es asimismo, un cuento bélico sobre futuras guerras y futuros métodos de destrucción masiva. El ser humano vuelve a ser el centro de la discusión y nuestros esquemas éticos se ponen una vez más en tela de juicio. ¿Qué es, concretamente, la guerra? ¿De qué somos capaces? ¿Existen reglas válidas cuando la supervivencia está en juego? ¡Vaya!, nada más lejos de mí el deseo de un futuro envuelto en el belicismo y la falta de escrúpulos. Quizás sea por eso que represento una vez más tan feroz dilema existencial, porque la terrible posibilidad de un futuro así me mueve a escribir y especular a través de la ciencia ficción.
La publicación será en setiembre y éste es el anuncio oficial:

E-book conmemorativo

Una vez leídos los cincuenta y seis cuentos llegados de todas las partes de habla hispana, el Comité Editorial de Alfa Eridiani se complace en anunciar los seleccionados para el ebook que nos planteamos publicar el 1 de septiembre de 2014.

Biológico de Alfonso Cano Farragute
Desde el planeta sin sombra de Peter Domínguez
Dos respuestas de Carlos Enrique Saldivar Rosas
El accidente de Pedro Pablo Enguita
El último viaje de Silvia Pato     
Espada de luz y de silicio de Lola Robles
Fin y principio de Laura Ponce
Foxie Hallyfax, agente de recuperación de Joserra Vila     
La vida interior de Claudio Alejandro Amodeo
Los últimos artesanos de Víctor Manuel Valenzuela Real           
Matar el tiempo de Sergio Bayona
Multiverso de Daniel Frini
No es justo de Luís Arturo Chí Jiménez
Náufragos de la Tierra de Hugo A. Ramos Gambier
Purgatorio 42 de Teresa P. Mira de Echeverría
Siempre te puedes marchar de Raúl A. López Nevado
Sin mí de Juan Herreira Oteiral
Teoría y Kaos de Javier Fernández Bilbao
Última oportunidad de Enza Scalici
Un descubrimiento insólito de Adriana Alarco de Zadra    
Víctimas de Andrés Urrutia


En Madrid a 17 de Julio de 2014
El Equipo Editorial

11 julio 2014

Dulce Abigail

Tengo la alegría de haber sido seleccionado para participar de la antología Calabacines en el Ático, con mi relato Dulce Abigail, de reciente factura, un relato breve y perturbador escrito especialemente para la convocatoria (máximo de 333 palabras y temática macabra, con espíritu Grand Guiñol) .
El antologador es Santiago Eximeno, enorme escritor de literatura de terror y, en especial, de la literatura breve, y la editorial es Saco de Huesos, una editorial española de género que ya se ha arraigado fuerte y se ha hecho de múltiples galardones y elogios en los últimos años.
No puedo menos que agradecer a estos incansables compañeros de letras que, mes tras mes, trabajan duro en pos del crecimiento de la literatura fantástica en español.
Cuando sea publicada la antología estaré anunciándolo por aquí para que puedan leerla y disfrutarla.

21 junio 2014

Reseña: Buenos Aires Próxima. Una antología fantástica.

No suelo ponerme en el papel de crítico. No me gusta dar opiniones sobre las obras de otros escritores porque considero imposible desvincularme del aspecto subjetivo que existe en la apreciación de una obra. Sin embargo considero que a veces es necesario hacerlo. Sobre todo cuando la obra invita a la opinión y al debate, llegado el caso. Me explico: Buenos Aires Próxima es una antología fantástica que logra su cometido, es plural. Una docena de vistas diferentes de una ciudad que es y no es esa que yo conozco (la de la Tierra, ya saben...). Y es esta pluralidad, quizás, su punto fuerte y débil a una misma vez. Fuerte porque se adapta a múltiples paladares, porque tiene de todo dentro de lo que puede brindar la CF como género literario, y débil porque es esta variedad lo que hace que parte del libro se pierda. Una máxima innegable es que no se puede agradar a todo el mundo.



El contenido como una totalidad es de una media elevada, por encima incluso de lo que se presenta en la revista homónima, lo que resulta una satisfacción enorme. Todos los cuentos son interesantes a su modo, pero... son tan disímiles entre sí que cuesta no perder el ritmo entre uno y otro. Saltar desde el cuento costumbrista, si se puede decir así, al ciberpunk, al cuento extraño, al biopunk, al onírico y al soft, todo en un único volumen puede desorientar hasta al más entrenado de los lectores del género. Quizás la antología deba incluir una recomendación alternativa de lectura, como en Rayuela, para encarar los cuentos en un orden progresivo. Yo diría un Guinot, Sanchiz, Nimo, Burkett, Ponce, Echeverría, Cozzi, Cortalezzi, Mazzarello, Candal, Toledo y Figueiras (CF costumbrista derivando en aventurera y algo más hard, convirtiéndose en onírica y desembocando en ciberpunk de la mejor cepa. No sé, es una opción).
Por otra parte, y al margen ya de los relatos en sí, la idea de una docena de cuentos que tengan a Buenos Aires presente de alguna manera directa o tangencial, me recordó en un comienzo al experimento de Harlan Ellison en la década del 60 con sus Visiones Peligrosas. Esa consigna de derribar los tabúes que influían en el mundo editorial de aquel tiempo, que haría que escritores de la talla de Farmer, Leiber, Delany y Dick, entre otros, escribieran verdaderas obras de arte, estaba presente de alguna manera en Buenos Aires Próxima, y los resultados fueron realmente interesantes. A las pruebas me remito:




Tango Bejerman
, de Juan Guinot
Me saco el sombrero. El punto más alto de la antología por su sencillez y efectividad. Un deleite página tras página que arranca más de una sonrisa cómplice y recuerda de a ratos a los relatos de los magníficos hermanos Strugatski. El costumbrismo salpicado con notas de ciencia ficción, esa tecnología barata pero efectiva... ¡Vaya! Todo un placer. Lo criticable, además del título, es la intrusión casi forzada del lunfardo a cada momento, que hace que se pierda un tanto el ritmo (un pecado reiterado en varios relatos de la antología), como si ese detalle por sí mismo pudiera reforzar el sentido de la identidad porteña. El resultado es adverso, al menos en mí, ya que no concibo un futuro o presente alternativo donde el lunfardo pueda triunfar en el habla cotidiana. Esto, creo, le quita fuerzas, pero no logra empañar a este excelente relato.

Quedarse Afuera, de Nestor Toledo
Lo dicho, saltar así al ciberpunk que se presenta aquí desde el cuento anterior es como lanzarse de un precipicio con un paraguas en la mano. Pero una vez en el aire, todo es cuestión de planear hasta llegar a terreno firme. Un relato delicado por momentos, que se embarra con las cuestiones tecnológicas, recuerda ligeramente al Ciclo de los Objetos de Software de Ted Chiang. Es ambicioso, porque en las escasas páginas que ocupa busca presentar un dilema ético y moral que apenas se vislumbra, pero del que no se puede tener una magnitud completa. Los personajes apenas están presentados y no se logra la empatía que se busca. De todas maneras es interesante y elogiable la idea concebida.


Fecunda, de Claudia Cortalezzi
¡Venga, uno de los cuentos extraños...! Confieso que debí leerlo dos veces y que no entendí eso que se supone que se explica en el título. Un cuento muy corto, un minicuento, que, nuevamente, choca con la estructura de la antología.

Luz Azul, de Pablo Martínez Burkett
Un buen relato del estilo escritor que escribe sobre sí mismo, con varias vueltas de tuerca temporales, embrolladas pero agradables, producto de la puesta en funcionamiento del Gran Colisionador de Hadrones LHC del CERN. Retoma un poco la senda de la CF que me gusta leer (que es la que, evidentemente, logro entender).

El último chamán porteño, de Luis Mazarello
Delirium Tremens. Invito a algún otro reseñador que se dé una vuelta por aquí y escriba algo al respecto porque yo no doy con las palabras adecuadas, si es que existen. Un relato sumamente críptico, donde la supervivencia en un mundo feroz parece imposible. Me recuerda algo del cuento ¿Por qué Johnny no puede acelerar? de Dean Foster, pero debe ser por eso de los automóviles y las matanzas. En todo caso es similar a éste, pero visto a través de un caleidoscopio. Raro.


En el Fondo, de Ramiro Sanchiz
Como en todas las expresiones del arte, e incluso en el deporte, hay quienes están un paso por delante del resto y hacen eso que los demás no pueden, o pueden pero lo sufren. Son una suerte de élite, que se destaca en forma natural, porque en ellos el arte fluye. Sanchiz es uno de éstos entre los escritores.
Se lo reconoce en apenas unos párrafos. Si bien este relato en particular no presenta ninguna novedad en el tema de invasiones alienígenas, ni siquiera en el de las librerías (bibliotecas) infinitas y multidimensionales, es en la ejecución donde se halla al genio. Un tono desapasionado que recuerda a Borges (sobre todo en ese relato que emula a Lovecraft, There are more things) relata una historia de arqueólogos perseguidores de UFOs (curiosamente sin UFOs) donde la influencia extraterrestre se comienza a adivinar en la cotidianidad de la ciudad y su gente. Impecablemente narrado, es un placer haberlo leído.

Mientras mientes, de Laura Ponce
En el límite de la realidad navegan los monstruos, los fenómenos y los híbridos. Laura Ponce nos presenta una escena de una noche cualquiera en uno de estos límites, cruzándonos de a ratos del lado de lo irreal, para devolvernos a nuestro mundo más confundidos que antes. La escena es difícil, sinestésica, y eso requiere de una atención especial. Está cargada de erotismo y deja siempre en el aire la sensación de que algo más está por ocurrir. Sin embargo, el relato no es más que una escena y en eso se queda. No es suficiente la revelación final para justificarlo. Es un cuadro, una fotografía.
El voseo me resulta bastante incómodo, y será por eso que lo evito en mis cuentos. En el presente relato se abusa de éste y eso me lo ha puesto aún más difícil.

N. Bs. As., de Guillermo Echeverría y Teresa Mira.
En una tertulia del año 2007, en una panchería sobre la calle Córdoba, un hombre jovial que usaba gruesos lentes se sentó frente a mí en la mesa y comenzamos a charlar sobre literatura y cine (¿o era sobre fútbol, pizza y cerveza? No, no. Era sobre literatura y cine, seguro) como si nos conociéramos de toda la vida. Se llamaba Guillermo Echeverría y se sabía todo de series de TV, todo. A mi lado estaba Teresa Mira, que venía por primera vez a una tertulia, y rápidamente se incorporó a la charla y aportó parte de todo ese increíble conocimiento de la CF que posee. Los dos congeniaron rápido y pocos meses después me enteré que se habían casado. Siempre que recuerdo esa noche, me gusta pensar que, de alguna manera, yo aporté algo para que eso ocurriera, aunque sólo fuera cerrar la boca y pasar a un segundo plano. ¡Y lo bien que hice! Estos dos genios se cruzaron para complementarse, y se potenciaron.

El presente relato es una muestra de lo que son capaces. N. Bs. As, o Nueva Buenos Aires (un título poco original que fue acertado abreviar), es un paseo por un universo futuro (o paralelo) donde la ciudad es recreada en otro mundo, bañado por dos soles, y lo inverosímil busca de a poco su razón de existir. Un obelisco que emerge del agua, un gato que habla, una oficina de asuntos infernales, un policía que llora el amor de una sirena, un muerto que se autodenuncia y más. Todo una parafernalia demencial desplegada ante los ojos del lector y el reto de explicarlo todo. Y conseguirlo. El resultado es un relato policial muy entretenido y atractivo, que deriva en los mitos de Cthulhu y en sus primigenios desperdigados por el universo.

Sin dudas, un punto alto en la antología. La única pega, dirían los españoles, es el final abrupto, que busca conformar cerrando con una escena amorosa una trama a punto de explotar. No me conformo, quiero más. Quiero la novela completa.



Con la correa corta, de Hernán Dominguez Nimo.

En la tertulia pasada, el comentario que rodó en la mesa sobre este cuento fue unánime: de lo mejor que leí de Hernán. Yo no había leído el libro aún, así que poco pude aportar, pero el comentario ya había calado profundo y la vara estaba muy alta. Cuando me encontré con su cuento intenté suspender todo prejuicio y me dejé llevar, pero no pude olvidarme del todo que estaba frente a lo mejor de Hernán. ¡Y afortunadamente, era cierto! Un relato crudo y tenso, con un personaje aborrecible y una de las tramas más trilladas del género: la invasión extraterrestre, al estilo La guerra de los mundos. Con semejante reto (no podía empatizar con el personaje, no podía olvidar la citada novela), que el texto saliera airoso y hasta resultara memorable era debido a la habilidad del escritor. No cabía otra respuesta. No cabe. Es de lo mejor de su producción, coincido.


La máquina del doctor Landart, de Juan Pablo Cozzi.
De la presente antología, este relato es el único que utiliza la fórmula "científico loco y el amor imposible" y es del que menos recuerdos tengo. Se comprende perfectamente cómo funciona la mentada máquina y quizás eso le resta algo de sorpresa al relato.

Remake Theory #6, de Juan Manuel Candal.
¿Cómo se relata un sueño? ¿Cómo se relatan cientos de sueños similares que tienen un patrón en común? El presente cuento se enfrenta a la pregunta y busca responderla. No es fácil, ni es completo el triunfo. Quedan lagunas en mi mente al recordarlo, pero sé que alcancé a comprender el objetivo del relato, sé que hay una respuesta a los múltiples sueños y a las innumerables repeticiones. No soy del todo consciente de ello, pero lo sé. Un relato onírico, algo claustrofóbico, empalagoso por momentos, espeso. No es de simple digestión.


Una nota que garpe, de Néstor Darío Figueiras.
Cierra la antología el relato más extenso del conjunto, hecho de un ciberpunk rabioso. Delirante en todo momento, el mundo del futuro que aquí se presenta es tan distópico como se puede esperar, y en él coexiste la tecnología más vanguardista con la miseria total. La vida del hombre vale menos que los implantes que utiliza y la sociedad se presenta como una marea zombi que consume cuanta basura le es puesta delante. En medio de este escenario, una trama periodística-policial avanza a fuerza de trucos tecnológicos y sexo (no es que me queje) y deriva en mesiánica y, ya que estamos, en finimundista. Es criticable la forma en que la revelación le es dada a los protagonistas, pero es consistente y muy convincente.
También me ha resultado un tanto molesto el dialecto urbano que tiñe todo el relato. No me ha permitido avanzar libremente en la historia.
Las referencias a la novela de Burroughs, Expreso Nova, son explícitas, tanto es así que varios personajes toman nombres utilizados en ella. Lamento aquí no poder hacer una crítica a la altura que se merece (porque sé que hay más de un guiño a la citada obra), pero no la he leído.



Como corolario puedo decir que Buenos Aires Próxima es una antología de buen peso específico, que cumple con lo que promete y que dispara una enorme descarga de endorfinas directamente a nuestro cerebro literario. 

09 mayo 2014

Noticias desde El fin del Universo

Sin dudas, luego de la Tierra, N'zarre es el planeta con los paisajes más hermosos que he visto: extensas y verdes praderas, suaves colinas y valles cubiertos de bruma, de un vapor cálido que se eleva al cielo azul como lenguas de fuego fantasmales. En verdad, no merece el apodo que los conquistadores de otros tiempos le han colocado. Sin embargo, la cercanía de Betelgeuse, la gigante roja, ocultando una cuarta parte del cielo visible, hace que parezca que el fin del Universo está cerca. Debido al tamaño de la estrella, los días duran más de dos tercios del ciclo planetario y las noches apenas son oscuras por completo durante una ínfima porción de tiempo, con amaneceres y ocasos tan extensos que logran trastornar el sueño del más dormilón de sus habitantes (tal vez, yo).

Llegar a N'zarre ha significado un gran cambio en la vida de mi familia, una renovación importante pero también un reto psicológico. No es fácil abandonar el caos y la agitación de la vida en la Tierra y reemplazarlo de un momento a otro por la completa paz y tranquilidad que reina en N'zarre. Es un trance duro, que requiere de paciencia y comprensión. Dos elementos que escasean en mí, pero que estoy aprendiendo a cultivar.

Educación Onírica a distancia:

Es agotador mantener el contacto con las escuelas terrestres a través de tantos años luz de distancia, pero los psicólogos reubicacionales han sido terminantes en esto: si puedes costearlo, la educación onírica es la indicada. No es recomendable que las niñas cambien de escuela tan pronto. ¡Y vaya que es costosa! Cobran unos cuantos miles de créditos al mes la licencia de los cascos de sueño y la redirección de las clases desde la antigua escuela terrestre. Pero el dinero no es tanto problema aquí, ya que los extras que cobramos por desarraigo son suficientes para cubrir estos gastos. Al menos por ahora.

La literatura y el cortafierros:

No es fácil retornar a la senda de la pluma cuando la realidad se presenta tan exigente, tan física. Aquí en N'zarre hay mucho por hacer, demasiado para el espíritu de un amante del arte y la reflexión. Todo es futuro, todo es potencia. Donde quiera que miro, veo el presente atravesado por la figura fantasmal del mañana, por una transformación urgente e imparable. Sé que de detenerme un momento a disfrutar de los pocos logros obtenidos, será muy difícil retomar el ritmo; así que no descanso. Quiero ver la casa terminada cuanto antes, es mi  obsesión.

05 febrero 2014

Un lugar en el mundo

Jamás pensé que cambiar de casa resultaría tan difícil. En los tiempos que corren, vender una propiedad para comprar otra un poco más grande puede transformarse en una verdadera pesadilla. Y es que con el crecimiento del nuevo mercado inmobiliario poco queda para una familia compuesta por simples y románticos humanos. Toda oferta en Internet se ha reducido a propiedades antiguas y sobrevaluadas que más debieran ser demolidas que habitadas, mientras que lo nuevo, lo a estrenar, está diseñado exclusivamente para la forma de vida de los guanahanitas. Su creciente poder adquisitivo y la colosal demanda de vivienda ha cambiado el rumbo de la industria y lo ha apuntado a satisfacer sus extrañísimas necesidades. Estas nuevas construcciones son aberraciones inenarrables, delirios arquitectónicos en los que una persona común se vería arrastrado al suicidio ante, por ejemplo, el simple intento de tomar una jarra de la alacena. Escaleras que se enroscan en torno a otras, armarios que penden del techo, bóvedas de concentración de calor y un sinnúmero de extravagancias propias de una película de ciencia ficción, o de terror, mejor dicho.

Con mi esposa tenemos una pareja amiga que ha adquirido una de estas viviendas, a falta de mejor alternativa, y visitar su casa ha resultado un desastre total. Sólo he de decir que frente a la escasez de aire respirable y a causa de los mareos producidos por la visión de tanta maraña de hierro y piedra, he vomitado dentro de algo parecido a un  asiento hueco, donde el culo humano corre el riesgo de quedar atrapado. No imagino una vida entre esas… decenas de paredes, así que estoy a la espera de que, de un momento a otro, suene el teléfono y me hagan llegar la triste noticia de la muerte de nuestro amigos, o al menos, de su asilo en un manicomio.

Existe una alternativa grotesca que lo constructores están intentando imponer: las casas híbridas, una suerte de punto intermedio entre el delirio y la excentricidad. He visitado unas cuantas de ellas y debo admitir que los tipos éstos tienen una imaginación elogiable, y una capacidad de expresar con palabras grandilocuentes cada minúsculo espacio que resulta envidiable. Sin embargo, encontrarse con inodoros dobles, por eso de los dos orificios rectales de los guanahanitas para la digestión rápida y la digestión lenta, con paredes espejadas de tamaños monumentales y con camas desmontables no es lo que yo llamaría la casa de los sueños. Los precios resultan atractivos, es verdad, pero condenarse a un cambio de rutina estresante es jugar con la salud de toda la familia. Y eso sí que no es negociable.

Aquí parece que nadie se detiene a pensar en esto. Parece que la carrera por la construcción de nuevas viviendas pueda pesar más que cualquier argumento en pos de la salud y el bienestar de la población humana. Parece que nosotros, los que alguna vez fuimos los únicos seres evolucionados sobre la faz del planeta, debiéramos alzar las voces y clamar por un poco de cordura y sensatez: tenemos necesidades de vivienda. Esto es así. Entiendo que los guanahanitas sean muchísimos y que se reproduzcan diez veces más que nosotros, pero aún estamos aquí. ¿Dónde ha quedado el pacto de evolución conjunta que se firmara a su arribo a nuestro planeta? ¿Es que también debemos aceptar que nos desprecien por ser la especie menos inteligente? Los guanahanitas que llegaron en su arca eran una elite de su sociedad, una selección de los mejores especimenes, que asegurarían la supervivencia de su gente; era esperable que nos superaran en todos los ámbitos de nuestra vida. ¿No deberíamos haber resguardado nuestra cultura y nuestro orden social de tamaño impacto sociológico? ¿No deberíamos habernos dado cuenta a tiempo de que en pocos años lograrían filtrarse en nuestros parlamentos y en las gerencias de nuestras empresas para acabar controlando el destino de la propia humanidad? Nos hemos vendido por unas cuantas monedas, como siempre.

Más allá de este discurso que muchos tildarían de xenófobo, yo me considero una persona flexible y comprensiva. No tengo nada en contra de nuestros amigos del espacio exterior y veo con buenos ojos que ellos puedan desarrollar sus vidas en este planeta. El intercambio cultural ha sido enriquecedor y los humanos, principalmente, nos hemos beneficiado muchísimo, tanto a nivel tecnológico como social. Reconozco todo esto y quiero dejarlo en claro porque quizás alguien pueda pensar mal de mí y desvirtúe mis palabras, y mi queja, en definitiva. También reconozco que no tengo amigos guanahanitas, pero no rehuyo al contacto con ellos. En la oficina, sin ir más lejos, programo aplicaciones guanahanitas todo el tiempo e interactúo con ellos en su lengua simplificada sin problemas. La falta de amigos de su especie es, en todo caso, un hecho anecdótico, algo que puede revertirse en cualquier momento.

El problema que me aqueja, es, en cuestión, puramente inmobiliario y se circunscribe a una realidad económica salvaje, contra la cual poco se puede hacer. Esto de la dificultad en la compra y venta de inmuebles es algo más viejo que el mundo y existirá siempre, con o sin guanahanitas a nuestro alrededor. Que no podamos adaptarnos a sus excentricidades es un mal propio, una falla que viene de familia y que he transmitido a mi descendencia… lamentablemente. Sólo espero que, a pesar de todo lo complicado que está el mundo de hoy y de las diferencias culturales entre las especies dominantes de la Tierra, podamos encontrar nuestro pequeño lugar en el mundo.



09 enero 2014

Cuento en Tiempos Oscuros y Balance 2013

El pasado 7 de enero ha sido publicado el número 2 de la revista Tiempos Oscuros, dedicado a escritores argentinos de ciencia ficción, y he tenido el agrado de ser de la partida con mi relato Área Chica, un cuento futbolístico que deriva en una extraña carrera por la supervivencia.

La impactante nómina de autores que reúne esta antología está compuesta nada menos que por:

Leopoldo Lugones; Horacio Quiroga; Adolfo Bioy Casares; Julio Cortázar; Jorge Luis Borges; Carlos Gardini; Eduardo J. Carletti; Sergio Gaut vel Hartman; Luis Pestarini; Mario Daniel Martín; Juan Manuel Valitutti; Laura Ponce; Néstor Darío Figueiras; Pablo Martínez Burkett; Juan Guinot; Adam Gai; Teresa P. Mira de Echeverría; Luciano Doti; Candela Robles Avalos; Claudio Alejandro Amodeo; Néstor Toledo; Ricardo Germán Giorno; Sebastián Ariel Fontanarrosa; Gustavo Fernando Fantin; Viviana E. Palevsky; H.R. Malkiel (seud.); Ernesto Antonio Parrilla; Pablo Capanna.

La revista se puede descargar en formato PDF aquí: Revista Tiempos Oscuros Nro 2


Y aprovechando esta entrada escrita durante las vacaciones en la playa, aquí va el balance del 2013, con un poco de retraso y una mirada netamente intimista:

Durante el año que pasó escribí 7 relatos y una novela corta. Una producción modesta, pero que considero de mayor calidad literaria que la de otros años.

En el apartado de premios puedo mencionar:

El Segundo Impacto, ganador del I Certamen Anual de la revista Alfa Eridiani. Todos Aman a Gupta, finalista del premio Domingo Santos 2013.

El único relato publicado que se suma a la lista es:

El Segundo Impacto, en el especial 11 aniversario de la revista Alfa Eridiani.

Si bien es poco, los restantes relatos no publicados se suman a unos cuantos ya premiados e inéditos para formar una masa suficiente para la creación de una antología propia. Esto sigue siendo un sueño de difícil realización, pero no pierdo las esperanzas de que en el presente año se pueda dar.

Ya veremos cómo se presentan las cosas...