21 junio 2014

Reseña: Buenos Aires Próxima. Una antología fantástica.

No suelo ponerme en el papel de crítico. No me gusta dar opiniones sobre las obras de otros escritores porque considero imposible desvincularme del aspecto subjetivo que existe en la apreciación de una obra. Sin embargo considero que a veces es necesario hacerlo. Sobre todo cuando la obra invita a la opinión y al debate, llegado el caso. Me explico: Buenos Aires Próxima es una antología fantástica que logra su cometido, es plural. Una docena de vistas diferentes de una ciudad que es y no es esa que yo conozco (la de la Tierra, ya saben...). Y es esta pluralidad, quizás, su punto fuerte y débil a una misma vez. Fuerte porque se adapta a múltiples paladares, porque tiene de todo dentro de lo que puede brindar la CF como género literario, y débil porque es esta variedad lo que hace que parte del libro se pierda. Una máxima innegable es que no se puede agradar a todo el mundo.



El contenido como una totalidad es de una media elevada, por encima incluso de lo que se presenta en la revista homónima, lo que resulta una satisfacción enorme. Todos los cuentos son interesantes a su modo, pero... son tan disímiles entre sí que cuesta no perder el ritmo entre uno y otro. Saltar desde el cuento costumbrista, si se puede decir así, al ciberpunk, al cuento extraño, al biopunk, al onírico y al soft, todo en un único volumen puede desorientar hasta al más entrenado de los lectores del género. Quizás la antología deba incluir una recomendación alternativa de lectura, como en Rayuela, para encarar los cuentos en un orden progresivo. Yo diría un Guinot, Sanchiz, Nimo, Burkett, Ponce, Echeverría, Cozzi, Cortalezzi, Mazzarello, Candal, Toledo y Figueiras (CF costumbrista derivando en aventurera y algo más hard, convirtiéndose en onírica y desembocando en ciberpunk de la mejor cepa. No sé, es una opción).
Por otra parte, y al margen ya de los relatos en sí, la idea de una docena de cuentos que tengan a Buenos Aires presente de alguna manera directa o tangencial, me recordó en un comienzo al experimento de Harlan Ellison en la década del 60 con sus Visiones Peligrosas. Esa consigna de derribar los tabúes que influían en el mundo editorial de aquel tiempo, que haría que escritores de la talla de Farmer, Leiber, Delany y Dick, entre otros, escribieran verdaderas obras de arte, estaba presente de alguna manera en Buenos Aires Próxima, y los resultados fueron realmente interesantes. A las pruebas me remito:




Tango Bejerman
, de Juan Guinot
Me saco el sombrero. El punto más alto de la antología por su sencillez y efectividad. Un deleite página tras página que arranca más de una sonrisa cómplice y recuerda de a ratos a los relatos de los magníficos hermanos Strugatski. El costumbrismo salpicado con notas de ciencia ficción, esa tecnología barata pero efectiva... ¡Vaya! Todo un placer. Lo criticable, además del título, es la intrusión casi forzada del lunfardo a cada momento, que hace que se pierda un tanto el ritmo (un pecado reiterado en varios relatos de la antología), como si ese detalle por sí mismo pudiera reforzar el sentido de la identidad porteña. El resultado es adverso, al menos en mí, ya que no concibo un futuro o presente alternativo donde el lunfardo pueda triunfar en el habla cotidiana. Esto, creo, le quita fuerzas, pero no logra empañar a este excelente relato.

Quedarse Afuera, de Nestor Toledo
Lo dicho, saltar así al ciberpunk que se presenta aquí desde el cuento anterior es como lanzarse de un precipicio con un paraguas en la mano. Pero una vez en el aire, todo es cuestión de planear hasta llegar a terreno firme. Un relato delicado por momentos, que se embarra con las cuestiones tecnológicas, recuerda ligeramente al Ciclo de los Objetos de Software de Ted Chiang. Es ambicioso, porque en las escasas páginas que ocupa busca presentar un dilema ético y moral que apenas se vislumbra, pero del que no se puede tener una magnitud completa. Los personajes apenas están presentados y no se logra la empatía que se busca. De todas maneras es interesante y elogiable la idea concebida.


Fecunda, de Claudia Cortalezzi
¡Venga, uno de los cuentos extraños...! Confieso que debí leerlo dos veces y que no entendí eso que se supone que se explica en el título. Un cuento muy corto, un minicuento, que, nuevamente, choca con la estructura de la antología.

Luz Azul, de Pablo Martínez Burkett
Un buen relato del estilo escritor que escribe sobre sí mismo, con varias vueltas de tuerca temporales, embrolladas pero agradables, producto de la puesta en funcionamiento del Gran Colisionador de Hadrones LHC del CERN. Retoma un poco la senda de la CF que me gusta leer (que es la que, evidentemente, logro entender).

El último chamán porteño, de Luis Mazarello
Delirium Tremens. Invito a algún otro reseñador que se dé una vuelta por aquí y escriba algo al respecto porque yo no doy con las palabras adecuadas, si es que existen. Un relato sumamente críptico, donde la supervivencia en un mundo feroz parece imposible. Me recuerda algo del cuento ¿Por qué Johnny no puede acelerar? de Dean Foster, pero debe ser por eso de los automóviles y las matanzas. En todo caso es similar a éste, pero visto a través de un caleidoscopio. Raro.


En el Fondo, de Ramiro Sanchiz
Como en todas las expresiones del arte, e incluso en el deporte, hay quienes están un paso por delante del resto y hacen eso que los demás no pueden, o pueden pero lo sufren. Son una suerte de élite, que se destaca en forma natural, porque en ellos el arte fluye. Sanchiz es uno de éstos entre los escritores.
Se lo reconoce en apenas unos párrafos. Si bien este relato en particular no presenta ninguna novedad en el tema de invasiones alienígenas, ni siquiera en el de las librerías (bibliotecas) infinitas y multidimensionales, es en la ejecución donde se halla al genio. Un tono desapasionado que recuerda a Borges (sobre todo en ese relato que emula a Lovecraft, There are more things) relata una historia de arqueólogos perseguidores de UFOs (curiosamente sin UFOs) donde la influencia extraterrestre se comienza a adivinar en la cotidianidad de la ciudad y su gente. Impecablemente narrado, es un placer haberlo leído.

Mientras mientes, de Laura Ponce
En el límite de la realidad navegan los monstruos, los fenómenos y los híbridos. Laura Ponce nos presenta una escena de una noche cualquiera en uno de estos límites, cruzándonos de a ratos del lado de lo irreal, para devolvernos a nuestro mundo más confundidos que antes. La escena es difícil, sinestésica, y eso requiere de una atención especial. Está cargada de erotismo y deja siempre en el aire la sensación de que algo más está por ocurrir. Sin embargo, el relato no es más que una escena y en eso se queda. No es suficiente la revelación final para justificarlo. Es un cuadro, una fotografía.
El voseo me resulta bastante incómodo, y será por eso que lo evito en mis cuentos. En el presente relato se abusa de éste y eso me lo ha puesto aún más difícil.

N. Bs. As., de Guillermo Echeverría y Teresa Mira.
En una tertulia del año 2007, en una panchería sobre la calle Córdoba, un hombre jovial que usaba gruesos lentes se sentó frente a mí en la mesa y comenzamos a charlar sobre literatura y cine (¿o era sobre fútbol, pizza y cerveza? No, no. Era sobre literatura y cine, seguro) como si nos conociéramos de toda la vida. Se llamaba Guillermo Echeverría y se sabía todo de series de TV, todo. A mi lado estaba Teresa Mira, que venía por primera vez a una tertulia, y rápidamente se incorporó a la charla y aportó parte de todo ese increíble conocimiento de la CF que posee. Los dos congeniaron rápido y pocos meses después me enteré que se habían casado. Siempre que recuerdo esa noche, me gusta pensar que, de alguna manera, yo aporté algo para que eso ocurriera, aunque sólo fuera cerrar la boca y pasar a un segundo plano. ¡Y lo bien que hice! Estos dos genios se cruzaron para complementarse, y se potenciaron.

El presente relato es una muestra de lo que son capaces. N. Bs. As, o Nueva Buenos Aires (un título poco original que fue acertado abreviar), es un paseo por un universo futuro (o paralelo) donde la ciudad es recreada en otro mundo, bañado por dos soles, y lo inverosímil busca de a poco su razón de existir. Un obelisco que emerge del agua, un gato que habla, una oficina de asuntos infernales, un policía que llora el amor de una sirena, un muerto que se autodenuncia y más. Todo una parafernalia demencial desplegada ante los ojos del lector y el reto de explicarlo todo. Y conseguirlo. El resultado es un relato policial muy entretenido y atractivo, que deriva en los mitos de Cthulhu y en sus primigenios desperdigados por el universo.

Sin dudas, un punto alto en la antología. La única pega, dirían los españoles, es el final abrupto, que busca conformar cerrando con una escena amorosa una trama a punto de explotar. No me conformo, quiero más. Quiero la novela completa.



Con la correa corta, de Hernán Dominguez Nimo.

En la tertulia pasada, el comentario que rodó en la mesa sobre este cuento fue unánime: de lo mejor que leí de Hernán. Yo no había leído el libro aún, así que poco pude aportar, pero el comentario ya había calado profundo y la vara estaba muy alta. Cuando me encontré con su cuento intenté suspender todo prejuicio y me dejé llevar, pero no pude olvidarme del todo que estaba frente a lo mejor de Hernán. ¡Y afortunadamente, era cierto! Un relato crudo y tenso, con un personaje aborrecible y una de las tramas más trilladas del género: la invasión extraterrestre, al estilo La guerra de los mundos. Con semejante reto (no podía empatizar con el personaje, no podía olvidar la citada novela), que el texto saliera airoso y hasta resultara memorable era debido a la habilidad del escritor. No cabía otra respuesta. No cabe. Es de lo mejor de su producción, coincido.


La máquina del doctor Landart, de Juan Pablo Cozzi.
De la presente antología, este relato es el único que utiliza la fórmula "científico loco y el amor imposible" y es del que menos recuerdos tengo. Se comprende perfectamente cómo funciona la mentada máquina y quizás eso le resta algo de sorpresa al relato.

Remake Theory #6, de Juan Manuel Candal.
¿Cómo se relata un sueño? ¿Cómo se relatan cientos de sueños similares que tienen un patrón en común? El presente cuento se enfrenta a la pregunta y busca responderla. No es fácil, ni es completo el triunfo. Quedan lagunas en mi mente al recordarlo, pero sé que alcancé a comprender el objetivo del relato, sé que hay una respuesta a los múltiples sueños y a las innumerables repeticiones. No soy del todo consciente de ello, pero lo sé. Un relato onírico, algo claustrofóbico, empalagoso por momentos, espeso. No es de simple digestión.


Una nota que garpe, de Néstor Darío Figueiras.
Cierra la antología el relato más extenso del conjunto, hecho de un ciberpunk rabioso. Delirante en todo momento, el mundo del futuro que aquí se presenta es tan distópico como se puede esperar, y en él coexiste la tecnología más vanguardista con la miseria total. La vida del hombre vale menos que los implantes que utiliza y la sociedad se presenta como una marea zombi que consume cuanta basura le es puesta delante. En medio de este escenario, una trama periodística-policial avanza a fuerza de trucos tecnológicos y sexo (no es que me queje) y deriva en mesiánica y, ya que estamos, en finimundista. Es criticable la forma en que la revelación le es dada a los protagonistas, pero es consistente y muy convincente.
También me ha resultado un tanto molesto el dialecto urbano que tiñe todo el relato. No me ha permitido avanzar libremente en la historia.
Las referencias a la novela de Burroughs, Expreso Nova, son explícitas, tanto es así que varios personajes toman nombres utilizados en ella. Lamento aquí no poder hacer una crítica a la altura que se merece (porque sé que hay más de un guiño a la citada obra), pero no la he leído.



Como corolario puedo decir que Buenos Aires Próxima es una antología de buen peso específico, que cumple con lo que promete y que dispara una enorme descarga de endorfinas directamente a nuestro cerebro literario.